Mira los puertos de tus manos, la costa de los ojos que te sueñan
siempre. Sigue las rutas de tu andar sin pausas, la insaciable senda de
tu sino de aire. A veces te perderás entre el laberinto gris de esta
ciudad y su triste marea te llevará, de ola en ola, hasta el naufragio;
sin faro que señale tu retorno ni horizonte que te
anuncie una esperanza.
Navegarás con tus pies como barca única de tus desvelos, sentiràs la
soledad de callejuelas húmedas, el desértico beso de cielos teñidos de
ausencias. Te quemará el deseo de ser entre la nada un remolino de
floridas primaveras, la andanza de la luna en la amorosa enredadera.
Persigue lo que es mágico en tus iris, el color que te arropa en
refugios de equinoccios, mira en las líneas de tus manos el vuelo de
luciérnagas sin límites, la belleza invisible de esta urbe, los retoños
de tu corazón venturoso en los ciertos litorales de calles y hendiduras.
Mira los puertos de tus manos, la costa de los ojos que te sueñan
siempre. Sigue las rutas de tu andar sin pausas, la insaciable senda de
tu sino de aire. A veces te perderás entre el laberinto gris de esta
ciudad y su triste marea te llevará, de ola en ola, hasta el naufragio;
sin faro que señale tu retorno ni horizonte que te
anuncie una esperanza.
Navegarás con tus pies como barca única de tus desvelos, sentiràs la soledad de callejuelas húmedas, el desértico beso de cielos teñidos de ausencias. Te quemará el deseo de ser entre la nada un remolino de floridas primaveras, la andanza de la luna en la amorosa enredadera.
Persigue lo que es mágico en tus iris, el color que te arropa en refugios de equinoccios, mira en las líneas de tus manos el vuelo de luciérnagas sin límites, la belleza invisible de esta urbe, los retoños de tu corazón venturoso en los ciertos litorales de calles y hendiduras.
anuncie una esperanza.
Navegarás con tus pies como barca única de tus desvelos, sentiràs la soledad de callejuelas húmedas, el desértico beso de cielos teñidos de ausencias. Te quemará el deseo de ser entre la nada un remolino de floridas primaveras, la andanza de la luna en la amorosa enredadera.
Persigue lo que es mágico en tus iris, el color que te arropa en refugios de equinoccios, mira en las líneas de tus manos el vuelo de luciérnagas sin límites, la belleza invisible de esta urbe, los retoños de tu corazón venturoso en los ciertos litorales de calles y hendiduras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario