La lluvia cae sobre la ciudad, incesante como tu
recuerdo. Silencios de líquida nostalgia se elevan en los vahos de la
noche. Traslúcida es la cima de los vientos y en la fragancia húmeda de
las ráfagas, el sosiego no llega con tu ensueño. La lluvia cae sobre el
cuerpo anhelante de la urbe, se impregna a su piel de soledades
naúfragas; en tanto yo, espero el beso de la albada, te pienso
enceguecido y fosco, me vuelvo densa agitación en el vacío. Esta noche
las gotas más sutiles de la brizna incitan con vehemencia a mi deseo.
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